viernes, 3 de enero de 2014

El médico del futuro


Contenido de una conferencia de Edward Bach, en febrero 1931, en Southport, a un colectivo de médicos homeópatas:

"El médico del futuro comprenderá que él, por sí mismo, no tiene poder para curar, pero que si estudiando y comprendiendo, en parte, el significado de la naturaleza humana, con un profundo deseo de aliviar a los que sufren, renunciando a todo para ayudar a los enfermos, obtendrá la capacidad de canalizar a través de él, el conocimiento que los guíe y la fuerza curativa que alivie sus dolores.

Su poder y su capacidad estarán en directa proporción a su anhelo de servir a la Humanidad.

Por lo tanto, comprenderá que tanto la salud como la vida pertenecen a Dios y sólo a Dios; que él es tan solo un instrumento y los remedios que utiliza son meros agentes del Plan Divino para capacitar a los que sufren y puedan, de este modo, regresar por el camino de la Ley Divina."

Así pues, no hay que tratar enfermos en el sentido habitual de la palabra, sino que la tarea del terapeuta del futuro de Bach (que es hoy) consiste, además de sanar, en reconocer a quien tenga oídos para oír y esté abierto a efectuar una revolución interior en profundidad.

Hay que hacerle ver al paciente que si ha enfermado, a sido a consecuencia de continúas experiencias no asimiladas que han llegado a constituir unas creaciones psicológicas que dependiendo de su magnitud podrán manifestarse e incluso en ocasiones podrán hacer que el cuerpo enferme.

Aquí juega un papel importante la personalidad del paciente. Pues, es ella quien canaliza las impresiones.

Normalmente se deja a la personalidad que trate estos temas de las impresiones… es la intermediaria… y claro está, nuestra conciencia se disgrega… se embotella en esas creaciones psicológicas.

El terapeuta debe enseñar al paciente como reunificarla, ha de aconsejar al paciente que se dé la vuelta… Que salga al sol, como nos dijo Bach…
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