domingo, 10 de abril de 2016

Cambio de estatuas

En el cruce de la avenida de la Diagonal con el camino de Gràcia de Barna, oficialmente llamado plaza de J. C. I y popularmente famosa como el cinc d&#treinta y nueve;oros,  por albergar principios de siglo veinte 5 farolas,  halla un obelisco, el llapis, que compartía su espacio hasta el día de ayer domingo con una estatua, La Victòria, erigida por Frederic Marés para festejar el triunfo de las tropas sediciosas la guerra civil española (mil novecientos treinta y seis-mil novecientos treinta y nueve).



La Victòria de Frederic Marés en presencia de del obelisco, Noviembre dos mil diez
Este conjunto monumental es pues un lugar común de como las estatuas no son siempre y en toda circunstancia genuinas expresiones artísticas de sus autores, sino amoldan, como ahora pasaba las estatuas romanas, donde conservaba el busto y cambiaba la cabeza del emperador, a quien ostenta el poder.

 La Victòria de Frederic Marés en presencia de del obelisco, noviembre dos mil diez
En un comienzo la estatua que acompañaba al obelisco era homenaje Francesc Pi i Margall, presidente de la primera república (1873-setenta y cuatro) y erigió una efigie de la república situada lo alto del obelisco, junto un medallón su base y así sostuvo desde su inauguración el mil novecientos treinta y seis hasta el momento en que el ayuntamiento franquista creado 1939 acordó retirar la estatua y el medallón y encargar una nueva efigie Frederic Marés, que a propósito había quedado finalista el concurso para la precedente estatua, con lo que aprovecho su proyecto y solo debió actuar ciertas modificaciones para ejecutar al triunfo militar franquista y transformarse en La Victòria.
   La Victòria de Frederic Marés ante del obelisco, noviembre dos mil diez 

La codicia conduce al deseo del poder. Es pues una negación de la libertad y también personalidad de cada ánima. En lugar de reconocer que cada uno de ellos de está aquí para desarrollarse libremente sus propias tareas conforme los dictados del ánima, para desarrollar su personalidad y para conducirse hendido y sin impedimentos, la personalidad con codicia anhela imponerse, moldear y gobernar usurpando el poder del artífice.
Cúrate ti mismo Edward Bach 
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